La pelea por la ubicación de la megainversión de la planta de gas natural licuado de YPF con Petronas se definió en una reunión de directorio previa a lo esperado por algunos de los involucrados. La decisión de que tenga lugar en la provincia de Río Negro generó una reacción casi inmediata del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien acusó al presidente Javier Milei de “castigar a los bonaerenses porque no lo votaron”. En contraste, fue celebrado por el patagónico Alberto Weretilnek, ya que se trata de uno de los mayores desembolsos en la historia del sector privado.
“Luego de un extenso proceso de evaluación técnico-económico que realizaron los equipos profesionales de YPF y Petronas se concluyó que la locación más ventajosa es la localidad de Sierra Grande”, comunicó la petrolera nacional. En danza se encontraba también Bahía Blanca, que ya posee un puerto propio donde se podía instalar la planta de GNL, una diferencia respecto de la ubicación rionegrina que los bonaerenses planteaban como una ventaja definitoria.
“Estamos ante un hecho de enorme gravedad, una irresponsabilidad del Presidente, que como resultado de un capricho ideológico está poniendo en riesgo un proyecto en el que venimos trabajando hace diez años”, respondió Kicillof, quien admitió que esperaba que esta resolución se tomara más adelante. La acusación al gobierno nacional, que maneja el 51% de las acciones de la petrolera, atendió también la mayor crítica que había recibido del jefe de Estado: “La localización no se definió por la adhesión o no de la provincia de Buenos Aires al RIGI: si la empresa entra, obtiene los beneficios impositivos, jurídicos, asociados a la disponibilidad de los recursos y divisas, más allá de que la provincia adhiera o no”. Señaló luego que el presidente de YPF, Horacio Marín, le había confirmado que la decisión no tenía que ver con eso.