Hay algo que estos Juegos Olímpicos de París 2024 vinieron a homologar: al menos en fútbol –y quizás eso se extienda a otros deportes–, el duelo entre Argentina y Francia ya puede ser clasificado como clásico internacional. La pica, la bronca y la rivalidad después de la final más épica en la historia de los Mundiales, en Qatar, creó las condiciones. Y todo lo que vino después lo potenció. Ayer, en Burdeos, la masa de hinchas azules, blancos y rojos hicieron sentir el rigor de esta nueva rivalidad. El resultado, esta vez, fue para Francia. El equipo de Thierry Henry venció 1-0 al de Javier Mascherano y llegó a la semifinal.
El delantero Jean-Philippe Mateta, con un cabezazo tempranero a los cinco minutos, sentenció el esperado duelo de cierre de los cuartos de final de los Juegos Olímpicos, que terminó con empujones, insultos y forcejeos entre jugadores, asistentes e hinchas: digamos que bien lejos del supuesto espíritu olímpico.
Los hinchas tampoco ayudaron a descomprimir. Las 42 mil personas que colmaron el estadio de Burdeos mantuvieron viva la rivalidad al insultar a los albicelestes desde que salieron al campo a calentar, y luego subieron la temperatura al silbar el himno argentino.